sábado, 3 de abril de 2010

Ha partido un gran amigo y gran folklorista: René Darrouy.

Las actividades de la Asociación Nacional del Folklore de Chile año 2010, ya han comenzado, y han comenzado tristemente, despidiendo a uno de nuestros importantes trabajadores de la cultura tradicional como fuera René Darrouy, integrante del conjunto Quinchamali, locutor del programa "Recogiendo Raíces" de Radio Nuevo Mundo. Anfolchi se sumó a los eventos solidarios y de homenaje a nuestro amigo Darrouy quien finalmente nos ha dejado el día 27 de marzo de este año.
Darrouy apoyó siempre incondicionalmente todas las actividades de nuestra asociación así como también fue parte importante de la Revista El Arado al momento de imprimir nuestros números.
Es así como el pasado 28 de marzo Anfolchi junto a su grupo Quinchamali le realizan un homenaje en el marco del ciclo Pueblo, Canto y Poesía en el teatro Facetas, en donde participaron Héctor Pavez, Las Niñas, Nehuen Mapu, Estudiantina de la Chimba y el conjunto Quinchamali.

Los invitamos a conocer más de René Darrouy quien fuera un gran folklorista y una gran persona, Carmen Castro Autora libro “La Florida, Hechos y Personas” La Florida, 31 de marzo de 2010 escribió:

Desde el día que René Darrouy Páez llegó a Santiago a los 18 años, procedente de Quilpué, evidenció su entrega y compromiso por lo nuestro. Era 1966. Pronto, su figura larga con una guitarra pegada al cuerpo se hizo familiar. Presagiaba lo que sería uno de los amores de su vida, la música de los campos chilenos. En el último tramo de lo que fue su tiempo también había adoptado el “charrango”, una tabla larga que se hace sonar con una herradura, que tiene tres cuerdas paralelas que van afirmadas en un cacho de vacuno. El instrumento, junto a su poncho y su sombrero de huaso le acompañaron en este último viaje.

Este hijo de campesinos en su hacer en la ciudad ganó amigos por sus condiciones generosas, su intransable humor y su excepcional entrega a lo que amaba: el folclore. Y aunque eran muchas sus condiciones, esta adhesión lo volvió particularmente ingenioso y audaz en sus propuestas al punto que su querido conjunto “Quichamalí” viajó en cuatro oportunidades a México gracias a sus gestiones y trámites que doblegaron la ausencia de presupuesto. No era sólo el prestigio del grupo, hacía falta el talento, gestión para el apoyo que los viajes consiguieran los necesarios auspicios que permitiera concretar esta hazaña cultural. Y Darrouy lo logró.

El último fin de semana de marzo de 2010, este hombre amoroso, culto y querido, habitante de nuestra comuna por más de veinte años se nos fue, dejando consigo su imaginativo legado y congregando en su despedida a cientos de personas de diversos mundos. Tres días antes de su partida alcanzó a cumplir 62 años. Fue el sábado 27 por la mañana que la vida botó un roble, como uno de los integrantes del conjunto, Fernando Paillafil, lo describió.

Recibí múltiples opiniones de su persona y todas apuntaron a su capacidad de dar incansablemente: hacer las carátulas de los CD de la gente del folclore, imprimir libros con las más diversas expresiones culturales del país y quizás, lo más importante, regalar su tiempo para acompañar a quien necesitara de su apoyo y estuviese escaso de afecto. Elocuente fue el testimonio entregado por Héctor Pavez hijo, en una función de beneficencia hecho el mismo domingo por la tarde, en el teatro Facetas, tras el funeral. Este artista -dijo- vivió las sombras de la pesadumbre y en ese penoso proceso -prosiguió- René Darrouy le acompañó sin tregua hasta que los tiempos de la penuria le abandonaron para dar paso al tiempo de la luz. Este sólo un caso para ilustrar una conducta de este hombre de la cultura folclórica.

Al volver a retomar a los últimos tramos de los tiempos de este marzo complejo, recordar: una semana antes estuve en otro acto de similares características en La Barraca y en esa ocasión la familia del folclore ascendía a un número superior a las quinientas personas.

Cueca Brava y folclore tradicional hacían el binomio perfecto de alegría para encumbrar el apoyo que en su música y movimiento decían que estaban presentes en ese espacio especial de solidaridad con el amigo que tanto les acompañaba y con quienes tantos habían compartido. Fehaciente muestra de su entusiasmo es su permanencia hasta enero pasado en el programa de una hora que se trasmitía por Radio Nuevo Mundo todas las semanas, “Recogiendo Raíces”, espacio que había creado sólo dos años atrás. Las consultas iban y venían en ese programa vivo y con un personaje incógnito que los oyentes buscaban descifrar. Como de contrabando, la enseñanza sobre quienes han incorporado talentos y valores transitan en esos 60 minutos en que Margot Loyola o un tema del recuerdo juntaba al invisible auditorio a través de los permanentes llamados que incansables llenaban el espacio que el folclorista animaba con encanto y entusiasmo.

LA VIDA HASTA ÚLTIMO DÍA…

De un modo muy efectivo estaba ligado a la Municipalidad de La Florida. Editó el primer libro de funcionarios municipales de Florida “Relatos del Ayuntamiento”. Uno de los últimos trabajos de René Darrouy Páez, quizás el último, quedará en nuestra comuna y estará contenido en el libro Municipal “La Florida, Hechos y Personas”.

Dicha edición tiene también una historia conmovedora en su gestación, así como en su culminación, puesto que al asumir el proyecto en su calidad de director de la Imprenta Gráfica Pirineos, este personero quiso ir más allá y al conocer que la publicación trataba de rescate identitario y patrimonial determinó asumir esta empresa mucho más allá de lo que los costos reales le permitían. Por cierto éramos ajenos a tal decisión.

Era diciembre del año pasado y ya se veía delicado -así me lo confió- pero su entusiasmo y compromiso iban más adelante que su realidad que comenzaban a mermarlo, y asumió el trabajo con un impresionante compromiso y saltando los costos posibles optimizó la calidad del papel porque las historias con sus correspondientes fotos -así nos lo dijo- lo inspiraban como un producto cultural propio de La Florida. En una de las reuniones de trabajo, en enero, vino con muletas y se observaba muy precario y abiertamente le pregunté si era realista continuar con el proyecto a lo que de inmediato replicó que llegaríamos a buen término.

Cuando en febrero los sucesos se precipitaron y sostuvimos una reunión en su domicilio ya se encontraba postrado y definió -contra viento y marea- dar forma al volumen. Estaban lista diagramación y diseño, faltaba la portada que asumió su hija, la directora de arte Ivonne Darrouy. Luego, la realidad interpeló y René hijo, con la mejor de las voluntades, hizo todos los esfuerzos por continuar con el libro. Ello no fue posible puesto que los costos estaban bonificados por su padre e inscritos dentro de una realidad que él no podía asumir comercialmente. Como compensación a los tiempos y trabajos que yo había invertido, René hijo respondió regalando la diagramación, diseño y la extraordinaria portada hecha por Ivonne. Ellos, como familia, cumplían aún en medio de una tragedia humana de proporciones.
Estoy convencida que René Darrouy Páez y cada uno de sus hijos, así como su noble esposa Hortensia, entregan con naturalidad y un sacrificio no menor sus aportes, una vez más, representando el espíritu del folclorista que por dos decenios supo vivir con pasión y morir con entereza. Los que fuimos sus emergentes y accidentales amigos, los que fueron sus antiguos afectos nos quedamos con este roble que no cae porque su fuerza reside en esa adhesión incuestionable a la apasionada entrega de lo genuino, de lo nuestro, de lo verdadero, que con su tenacidad termina por derribar mitos y logra multiplicar lo mejor que habita en nosotros. Tal vez los misterios de la vida nos respondan que él se fue pronto y rápido cómo lo fueron sus respuestas a los desafíos que la vida le planteó, lo que él supo intuir y buscar con apropiación y oportuna respuesta.